Cámara | Canon EOS 7D |
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Exposición | 0,004 sec (1/250) |
Aperture | f/16.0 |
Lente | 10 mm |
Velocidad ISO | 100 |
Tendencia de exposición | 0 EV |
El recinto estaba protegido por una muralla con foso, y por la propia escarpadura de la inaccesible montaña. Aún conserva los lienzos de sus murallas, la techumbre, la torre del homenaje y varios torreones, algunas de las puertas de acceso, y hasta el pórtico y espadaña de la iglesia. Posee una torre cilíndrica en cada extremo, y en el centro la puerta de entrada flanqueada por dos torreones cilíndricos, volados sobre arcos en semicirculo ojivales que imitan las cornisas de matacanes. En el interior, el patio de armas tiene una robusta torre del homenaje, que debió ser construida en el siglo XIII.
La villa de Moya tuvo una importancia excepcional en la Edad media como fortaleza avanzada de Castilla al borde mismo de Aragón y Valencia. Los Reyes Catóticos valoraron aún más ese papel y en 1475 la cedieron a don Andrés Cabrera (primer marques de Moya), impulsando su importancia administrativa al convertirla en capital de un poderosísimo marquesado que extendía su señorío por un amplio territorio, que incluía 36 pueblos. El núcleo urbano fue construido en lo alto de un cerro amesetado, y junto a él el castillo (del siglo XIII) dominando todo el valle.
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